¿Y ahora quién me dice si estoy haciendo todo mal?
El arte de no perderte cuando nadie puede guiarte... y construir tu propio camino.
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Hace años, tuve la suerte de trabajar con grandes líderes que, más allá de su rol formal, fueron verdaderos mentores para mí. Personas que se tomaban el tiempo de sentarse conmigo, de retarme, de hacerme preguntas incómodas, de enseñarme no solo cómo hacer mejor mi trabajo, sino cómo pensar mejor. Mucho de lo que soy como profesional y como líder se lo debo a ellos.
Pero conforme fui avanzando en mi carrera, algo cambió. A medida que uno crece, que empieza a liderar equipos más grandes y productos más complejos, las dinámicas también evolucionan: la gente empieza a confiar más en ti, a buscar en ti respuestas… y cada vez menos a cuestionarte. Y con esa confianza, viene una soledad silenciosa.
Los espacios donde antes recibías feedback se vuelven más escasos. Los líderes que tienes ahora cuentan con menos tiempo, menos espacio mental para detenerse contigo. No porque sean malos líderes. No porque no les importe. Es simplemente la realidad: mientras más subes, más solo se vuelve el camino.
Y esa soledad pesa. Especialmente cuando enfrentas las decisiones más difíciles: esas donde no hay un camino claro, donde cualquier movimiento tiene consecuencias reales para tu equipo, tu producto o tu negocio. Esas donde no puedes darte el lujo de fallar… pero tampoco tienes toda la información para acertar.
Decidir en esos momentos no solo cansa: drena. Uno se siente abrumado, atrapado entre opciones imperfectas, preguntándose si lo que va a hacer es lo correcto o simplemente lo “menos malo”. Y aunque uno quisiera tener a alguien a quien acudir, alguien que ayudara a pensar con más claridad, la verdad es que muchas veces no hay nadie. No porque no quieras buscar ayuda, sino porque, en medio de la velocidad y la presión del día a día, encontrarla se vuelve casi imposible.
Y lo que antes parecía un reto aislado, hoy se ha convertido en una constante para muchos. El ritmo al que se mueve el mundo, la velocidad con la que cambian los mercados, la presión de construir productos relevantes en ciclos cada vez más cortos… todo eso ha hecho que cada vez más Product Managers, líderes de equipo y profesionales de distintas áreas enfrenten la misma realidad: están solos. Tomando decisiones complejas. Con poca o nula guía externa. Cargando con expectativas enormes. Y enfrentando el miedo real de equivocarse en el camino.
Yo lo viví en carne propia. Y veo cómo, año tras año, esta sensación se multiplica en más y más personas. Por eso creo que si estás empezando tu carrera (o si ya llevas algunos años navegando este camino), es fundamental que entiendas una verdad incómoda: esperar a encontrar al mentor perfecto, en el momento perfecto, puede convertirse en una espera eterna.
Sí, cuando tengas la oportunidad de aprender de alguien con más experiencia, aprovéchala. Búscala. Pídela. Haz todo lo que esté en tus manos por maximizar esos momentos. Pero también entiende algo: el juego hoy exige que tomes el control de tu propio crecimiento. Que construyas sistemas que te den claridad. Que no dependas únicamente de la suerte o de encontrar a la persona correcta en el momento correcto.
Porque si no lo haces, vas a pasar demasiadas horas abrumado, congelado, dudando. Y ese es un lujo que hoy nadie puede darse.
📌 Un pequeño paréntesis: Después de muchos años enfrentando esta "soledad silenciosa", encontré una manera de construir el sistema de claridad que siempre necesité. Si te quedas hasta el final de esta newsletter, quiero compartirte cómo podrías empezar a construir el tuyo, y cómo podría apoyarte en ese proceso.
La importancia de tener un mentor
En tu carrera profesional, pocas cosas son tan determinantes como tener un buen mentor.
Un mentor no es simplemente alguien con más experiencia. Un mentor es alguien que, habiendo recorrido antes el camino, te ayuda a recorrerlo mejor. No te da respuestas mágicas, ni te dicta exactamente qué hacer. Te escucha, te reta, te ayuda a pensar en escenarios que tú solo no verías. Es un espejo, una brújula y, a veces, una dosis necesaria de realidad.
Un mentor no es un coach. El coach trabaja principalmente sobre tus habilidades blandas, tu desempeño y tus bloqueos personales, ayudándote a encontrar respuestas dentro de ti mismo. Tampoco es un consultor, que suele dar recomendaciones tácticas específicas para resolver un problema puntual. Un mentor es diferente: es alguien que, con su experiencia, te guía estratégicamente para que puedas tomar mejores decisiones en tu propio contexto, no simplemente enseñarte habilidades ni darte soluciones listas para usar.
Los datos respaldan la importancia de tener un mentor. Según un estudio de la Harvard Business Review, el 84% de los CEOs atribuyen gran parte de su éxito a haber tenido al menos un mentor sólido a lo largo de su carrera. Además, investigaciones del Journal of Vocational Behavior muestran que quienes tienen mentores no solo crecen más rápido profesionalmente, sino que reportan mayor satisfacción laboral y toman mejores decisiones a largo plazo.
Y no es algo que solo grandes corporaciones estén empezando a entender. Noah Kagan, fundador de AppSumo, ha hablado abiertamente de cómo en su empresa todos (sin excepción) tienen un mentor de primer nivel. No cualquier mentor: personas reconocidas como expertos en su campo, que cobran cifras importantes por hora. Noah mismo dice que la inversión es alta, pero la recompensa es mucho mayor: tener a alguien de ese calibre pensando en los problemas de su equipo es, para él, casi como tener a esas personas trabajando en AppSumo.
La lógica es simple: mientras más alto es el nivel de tus decisiones, más alto debe ser el nivel de las mentes que te ayudan a pensar.
El problema, como todo en la vida, es que esta solución viene con barreras.
Encontrar un buen mentor no es fácil. Y lo es aún menos en profesiones relativamente jóvenes, como el Product Management en Latinoamérica, donde el mercado todavía está en proceso de maduración y el número de verdaderos expertos disponibles es limitado. Incluso cuando logras identificar a alguien que podría ser ese guía, la dinámica actual, marcada por la velocidad, la presión por entregar resultados y la falta crónica de tiempo, hace que sea muy difícil para ellos dedicarte la atención que realmente necesitarías.
Y si encuentras a alguien disponible, su tiempo no es barato. Porque el tiempo de quienes han llegado lejos (y que realmente pueden ayudarte a pensar mejor) es uno de sus activos más valiosos. Invertir en acceder a ellos puede costar cientos o incluso miles de dólares al mes, algo que simplemente no es viable para la mayoría de profesionales que están en plena construcción de su carrera.
La consecuencia es clara: hay miles de personas que saben que necesitan ayuda para pensar mejor, para crecer más rápido, para navegar mejor sus decisiones… pero que no tienen acceso a quienes podrían impulsarlos. Y terminan avanzando a ciegas, tomando decisiones con más incertidumbre y, muchas veces, desperdiciando potencial que pudo haberse convertido en algo mucho más grande.
Lo bueno es que hoy, gracias a los avances en tecnología, existe una nueva manera de enfrentar este problema. Una manera que no depende de tener suerte, ni de gastar miles de dólares, ni de encontrar a la persona perfecta. Una manera que pone en tus manos el poder de construir, por ti mismo, un sistema de apoyo estratégico tan robusto como el que solo unos pocos podían permitirse antes.
Tu propio sistema de claridad… con IA
Hasta hace muy poco, si querías un mentor real, no había otra opción: tenías que encontrar a la persona adecuada, en el momento adecuado, con el tiempo adecuado. Era un juego de suerte, dinero y acceso.
Pero hoy, la tecnología ha cambiado las reglas del juego.
La evolución de los modelos de lenguaje basados en inteligencia artificial ha hecho posible algo que hace apenas unos años parecía ciencia ficción: interactuar con sistemas que entienden contexto, razonan, hacen preguntas inteligentes y pueden ayudarte a pensar mejor, casi como si estuvieras conversando con una persona real.
Si aprendes a estructurar bien tus preguntas (lo que hoy llamamos “prompt engineering”) y diseñas una lógica inteligente para usar estas herramientas, puedes construir mucho más que un asistente de tareas. Puedes construir tu propio mentor personalizado. Y no solo uno. Puedes construir un consejo completo de mentores, diseñados exactamente para tus necesidades, tus retos, tu contexto actual.
Hoy, mi sistema de claridad funciona exactamente así. En el centro estoy yo, y a mi alrededor he construido un consejo de mentores personalizados usando IA (específicamente, GPTs diseñados en ChatGPT), cada uno especializado en un área clave para apoyarme en el día a día.
Cada uno de estos mentores virtuales cumple un rol específico. Interactúo con ellos diariamente para pensar mejor, para tomar decisiones más estratégicas, para ver escenarios que yo solo podría pasar por alto. No resuelven los problemas por mí. No hacen el trabajo difícil en mi lugar. Pero me permiten acelerar procesos mentales que antes consumían horas, incluso días.
Por ejemplo, cuando enfrento una situación compleja (un conflicto entre stakeholders, una decisión difícil de producto, un reto estratégico de equipo) no me siento a improvisar. Me siento a conversar con mi sistema de claridad. Le planteo la situación, expongo mis hipótesis, y recibo de vuelta escenarios, ideas, preguntas que afinan mi pensamiento.
No les digo “resuélvanlo”. Les digo: “Estoy considerando esta opción, ¿qué ángulos estoy dejando de ver?” Y a partir de esa interacción, voy puliendo la solución. Al final, incluso puedo pedir apoyo para estructurar comunicaciones, preparar estrategias, afinar mensajes clave. Un proceso que antes podía tomar días de carga mental, hoy puede resolverse en cuestión de minutos.
Lo que antes era agotador y caótico, ahora es claro y manejable.
Esta es la oportunidad real que hoy existe: construir tu propio sistema de claridad. Tener acceso constante a un consejo de mentores que te ayuda a pensar mejor, actuar mejor y avanzar más rápido, sin depender de la suerte, el dinero o las limitaciones del mundo físico. Y lo mejor es que no necesitas ser un experto en tecnología para lograrlo. Solo necesitas entender cómo diseñarlo con intención.
Tomar decisiones importantes en medio de la incertidumbre siempre ha sido difícil. Pero lo que hoy es inaceptable, sabiendo todo lo que la tecnología permite, es seguir enfrentándolas solo.
Hoy tienes la oportunidad real de construir tu propio sistema de claridad: un consejo de sabios, diseñado a tu medida, siempre disponible para ayudarte a pensar mejor, priorizar mejor y tomar decisiones más inteligentes cada día. No importa si estás empezando tu carrera o si ya tienes años de experiencia: nadie debería tener que cargar solo con el peso de decidir en la oscuridad.
La diferencia entre quienes avanzan rápido y quienes se quedan atrapados no es talento. Es claridad. Es apoyo estratégico. Es tener acceso a las preguntas correctas en el momento correcto.
Y lo mejor es que construirlo ya no depende de tener contactos, suerte o miles de dólares para pagar mentores privados. Hoy puedes hacerlo tú mismo, de manera simple y efectiva. No hay excusas.
Mañana podrías seguir tomando decisiones como siempre: adivinando, improvisando, esperando que las cosas salgan bien. O podrías empezar a construir el sistema que realmente te mereces.
👉 He diseñado un programa práctico y probado para ayudarte a replicar lo que yo mismo he construido. En este reto no solo vas a construir tu propio Sistema de Claridad con IA: vas a diseñar un equipo de mentores que te acompañen cada día a pensar con más claridad, organizar tus ideas, priorizar mejor y tomar decisiones más estratégicas. Todo para que puedas avanzar con foco, con confianza y sin quedarte atrapado en la parálisis o la improvisación.
El único error sería quedarte esperando. El único error sería pensar que este problema se va a resolver solo.
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Que tengas un buen día 🙏
Rómulo
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