El arte de la guerra… en el trabajo
Estrategias de combate para moverte con inteligencia en tu día a día laboral.
👋 ¡Hola! Te doy la bienvenida a esta edición de la newsletter de Product Rocks. Si aún no lo has hecho, te invito a unirte a la comunidad de Product Rocks, un espacio creado para profesionales que buscan crecer como Product Managers. Ahí podrás encontrar la Biblioteca de Producto (una colección gratuita de resúmenes de libros en español) y los eventos mensuales de la comunidad.
Hace unos años lideraba un proyecto grande en el banco donde trabajaba. De esos que se cocinan por meses, con muchos ojos encima, muchos intereses cruzados y más política de la que uno quisiera aceptar.
Afortunadamente, tenía jefes que sabían moverse. No solo eran buenos técnicamente, eran estratégicos. Sabían leer a las personas, anticiparse a los movimientos y tomar decisiones en el momento justo. Era admirable verlos operar.
Después de meses de trabajo, llegamos al momento más importante del proyecto: la presentación final en Nueva York. Sí, eran otros tiempos cuando aún se viajaba por una reunión. Todo salió mejor de lo planeado. Fue uno de los logros más grandes de mi carrera. Esa noche fuimos a celebrar a Smith & Wollensky, un restaurante que todavía recuerdo con cariño.
En medio de la celebración, les dije a mis jefes lo mucho que admiraba su capacidad estratégica. Uno de ellos se rió y me dijo: “Léete El arte de la guerra.”
Me compré el libro al día siguiente y lo devoré en el vuelo de regreso. Desde entonces lo he leído varias veces. Incluso tengo una pequeña colección de ediciones. Cada vez que lo leo, encuentro algo nuevo.
Y no, no es un libro sobre pelear. Es un libro sobre pensar. Sobre moverse con inteligencia. Sobre entender que a veces, para ganar, hay que saber cuándo no entrar en batalla.
En esta newsletter quiero compartirte siete estrategias de El arte de la guerra que, bien aplicadas, pueden ayudarte a tomar mejores decisiones, moverte con más claridad y liderar con más impacto. Porque aunque el trabajo no sea una guerra, a veces se siente como si lo fuera. Y más vale estar preparado.
Dejemos algo claro
No, el trabajo no es una guerra.
No se trata de aplastar a nadie, ni de ver a tus compañeros como enemigos.
El arte de la guerra no es un manual para manipular, ni una invitación a entrar en modo combate cada vez que algo no sale como quieres. Es un libro de estrategia. De pensamiento claro. De tomar decisiones con cabeza fría, incluso cuando el entorno está en llamas.
Lo menciono porque es fácil malinterpretarlo. Especialmente cuando usamos palabras como “batalla”, “enemigo” o “victoria”. Pero acá no estamos hablando de eliminar al otro, sino de lograr que nuestras ideas prosperen sin entrar en fricción innecesaria.
Como dice Chris Voss en Never Split the Difference, “toda en la vida es una negociación.” En cada conversación, cada proyecto, cada reunión… hay intereses cruzados. Y cada persona que se cruza contigo tiene sus propias motivaciones, prioridades y objetivos.
Entender eso no te vuelve cínico. Te vuelve estratégico.
Y si logras moverte con inteligencia, anticiparte, leer el terreno y tomar mejores decisiones, vas a lograr más impacto sin necesidad de gritar más fuerte que los demás.
Esto no es una guerra. Pero el que no sabe jugar, pierde igual.
Estrategia No. 1 – No luches batallas que no puedes ganar
"Evitar una batalla no es cobardía. Es inteligencia."
Una de las primeras enseñanzas de El arte de la guerra es brutalmente simple: elige bien tus batallas.
No importa qué tan bueno seas, si entras a una pelea sin condiciones favorables, vas a perder. Y perder no solo cuesta esfuerzo, también cuesta reputación, energía y oportunidades futuras.
En el trabajo pasa todo el tiempo. Hay gente que se obsesiona con ganar cada discusión, pelear cada prioridad, defender cada idea. Y terminan desgastados, frustrados y, peor aún, aislados.
El problema no es tener convicción. El problema es no saber cuándo esa convicción no tiene ninguna posibilidad de prosperar.
Cuando ves que el terreno no está listo, que no hay apoyo, que las fuerzas no están de tu lado, tienes tres opciones: insistir hasta estrellarte, abandonar o cambiar de enfoque. Solo una de esas opciones es estratégica.
No se trata de rendirse. Se trata de pelear las peleas que importan y que puedes ganar. Y de soltar las que, por ahora, no tienen sentido.
En producto, en estrategia, en política interna, saber elegir tus batallas es lo que te permite sobrevivir y avanzar a largo plazo.
Así que la próxima vez que te encuentres defendiendo algo, pregúntate: ¿Estoy peleando algo que realmente puedo ganar? ¿O solo estoy dejando que mi ego tome el mando?
Pelear por todo no te hace fuerte. Elegir bien por qué pelear te hace inteligente.
Estrategia No. 2 – Conócete a ti mismo y a los demás
"Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro."
Sun Tzu lo dijo hace 2.500 años y todavía hoy seguimos fallando en lo básico.
Muchos entran a reuniones importantes creyendo que basta con saber su tema de memoria. Que si dominan el contenido, ya está. Pero se olvidan de que en el otro lado hay personas. Personas con intereses, inseguridades, ambiciones y sesgos.
La falta de autoconocimiento y de lectura del entorno es la receta perfecta para el fracaso.
Conocerte a ti mismo significa entender qué te dispara, qué te frustra, qué te emociona demasiado. Saber cuándo tu ego puede traicionarte, cuándo hablas más de la cuenta o cuándo necesitas parar y escuchar.
Y conocer a los demás significa hacer el esfuerzo de entender quiénes son, qué les importa, qué miedos traen a la mesa. No para manipularlos. Para anticiparte. Para hablar en un lenguaje que ellos puedan entender.
Antes de cualquier conversación importante, pregúntate:
¿Qué quiero lograr realmente?
¿Qué le importa a esta persona?
¿Qué miedos podría tener sobre lo que voy a proponer?
¿Qué tipo de enfoque va a ser más efectivo para esta audiencia?
Entrar a ciegas es un error que no puedes permitirte. La estrategia empieza mucho antes de abrir la boca.
La verdad es esta: no gana el que más sabe, gana el que mejor entiende a las personas que tiene enfrente.
Estrategia No. 3 – Planifica antes de entrar en batalla
"La victoria está reservada para aquellos que se preparan antes de la batalla."
Una de las trampas más comunes en el trabajo es actuar rápido sin pensar lo suficiente. Creemos que la urgencia justifica la improvisación. Pero en realidad, la urgencia mal manejada solo multiplica los errores.
Sun Tzu decía que antes de entrar en batalla, había que evaluar cinco factores:
El Tao: ¿Estamos todos alineados hacia el mismo objetivo?
El clima: ¿El ambiente es favorable o hay tensión que pueda sabotearnos?
El terreno: ¿Dónde estamos parados? ¿Qué reglas, jerarquías o dinámicas de poder están en juego?
El liderazgo: ¿Quién está realmente tomando decisiones? ¿A quién siguen los demás, incluso de manera informal?
La disciplina: ¿Tenemos la constancia y el orden para ejecutar lo que planeamos?
Si ignoras alguno de estos factores, es como entrar a la batalla sin saber dónde están las minas.
En el trabajo, la planeación no es solo preparar un buen deck o tener un buen speech. Es leer el ambiente. Es saber si el equipo está contigo. Es entender si el momento es el adecuado o si necesitas esperar un poco más.
En estrategia, no gana el que actúa primero, gana el que actúa mejor. Y actuar mejor empieza siempre por prepararse mejor.
Estrategia No. 4 – El terreno y el momento lo son todo
"El que ocupa el campo de batalla primero y espera al enemigo está fresco para la lucha; el que llega después y se lanza al combate está agotado."
Muchos fracasan no porque tengan malas ideas, sino porque lanzan esas ideas en el momento y lugar equivocados.
El contexto importa más de lo que crees.
No es lo mismo presentar una nueva iniciativa en medio de una crisis que en una semana tranquila. No es lo mismo pedir presupuesto a mitad de año, cuando ya todo está comprometido, que cuando se está armando el plan anual. No es lo mismo intentar un cambio importante cuando tu jefe está bajo presión que cuando acaba de anotar una gran victoria.
El terreno importa. El momento importa.
En el trabajo, leer el ambiente es parte de la estrategia. No puedes ir por la vida soltando ideas como si el contexto no existiera. Tienes que ser inteligente para detectar cuándo es más probable que te escuchen y apoyen.
¿Quieres lanzar una nueva propuesta?
Primero mira:
¿Qué está pasando en la empresa?
¿Cuál es el estado de ánimo de las personas clave?
¿Cómo están de tiempo, presión o energía mental?
Porque puedes tener la mejor idea del mundo. Pero si la presentas en el momento equivocado, es como gritar en medio de una tormenta. Nadie te va a oír.
El mensaje es importante. Pero el momento lo define todo.
Estrategia No. 5 – Ganar sin luchar es la mejor victoria
"El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar."
La imagen típica que muchos tienen de ser “estratégico” es entrar a una sala, imponerse con fuerza y salir victorioso. Nada más lejos de lo que dice Sun Tzu.
La verdadera victoria es la que logras sin que haya pelea. Es convencer antes de que alguien saque las armas. Es influir sin necesidad de imponer. Es alinear antes de que se genere un conflicto.
En el trabajo, esto significa mover las piezas antes de la reunión. Significa tener conversaciones 1:1 con los tomadores de decisión. Escuchar sus preocupaciones. Resolver sus dudas. Entender qué les frena. Y asegurarte de que, cuando llegue el momento clave, ya estén de tu lado.
No quieres llegar a la sala de reuniones a improvisar tu batalla. Quieres llegar a confirmar una victoria que ya estaba construida antes de que alguien se sentara en la mesa.
¿La mejor parte? Si logras que las personas crean que fue idea suya, ya ganaste. Eso no es manipular. Es entender cómo funciona la naturaleza humana y usarlo a favor de todos.
Así que la próxima vez que sientas que te estás preparando para una discusión, pregúntate:
¿Ya hablé con las personas clave de manera individual?
¿Ya abordé sus objeciones antes de que se conviertan en un "no" público?
¿Ya sembré la idea de forma que ellos mismos la quieran defender?
Pelear desgasta. Convencer construye. Y los grandes estrategas saben que la mejor victoria es la que no deja heridos.
Estrategia No. 6 – La velocidad y la adaptabilidad son clave
"Cuando eres rápido como el trueno que resuena antes de ser oído, el enemigo ya está vencido."
Muchos creen que la estrategia es planearlo todo perfecto. Prever cada escenario. Tener respuestas para todo. Pero como dice Mike Tyson: "Todos tienen un plan hasta que reciben el primer golpe."
En el trabajo, el plan perfecto no existe. Las cosas cambian. Los stakeholders cambian. Los recursos cambian. Las prioridades cambian.
El que gana no es el que planeó más. Es el que se adaptó más rápido.
Los grandes estrategas no se enamoran de su plan. Se enamoran del objetivo. Y si tienen que cambiar de camino para llegar, lo hacen sin dudar.
En la práctica, esto significa:
Estar dispuesto a ajustar tu estrategia cuando el contexto cambia.
No apegarte a tu ego si algo ya no tiene sentido.
Anticipar bloqueos y tener caminos alternativos listos.
No perder tiempo llorando cuando algo sale mal: corregir rápido, avanzar más rápido.
La adaptabilidad no es opcional. Es tu mejor ventaja competitiva.
Así que recuerda: el trabajo no se lo lleva el que hace el plan más bonito, se lo lleva el que reacciona más rápido.
Estrategia No. 7 – La disciplina vence al caos
"Cuando las órdenes se ejecutan de forma consistente, el ejército se mantiene fuerte."
Estrategia sin ejecución es poesía barata. Ideas sin disciplina no valen nada.
Puedes tener el mejor análisis, la mejor lectura del terreno, la mejor adaptación... Pero si no sostienes el esfuerzo día tras día, el caos te come vivo.
En el trabajo, esto significa que liderar no es solo pensar bien. Es hacer que las cosas pasen. Es sostener el foco cuando todos quieren distraerse con la nueva moda de la semana. Es insistir en lo importante cuando el ambiente empieza a dispersarse. Es mantener el ritmo cuando la emoción inicial ya se apagó.
No importa qué tan buena sea tu estrategia. Si no tienes la disciplina para ejecutarla, no sirve.
Así que si quieres ser realmente estratégico, no solo pienses como un general: ejecuta como un soldado disciplinado. Cada pequeño paso cuenta. Cada seguimiento importa. Cada recordatorio, cada empujón al equipo, cada decisión incómoda que tomes para mantener el rumbo… es lo que marca la diferencia.
La disciplina vence al caos. Y solo quien vence al caos, vence de verdad.
El trabajo no es una guerra. Pero sí es un campo de juego lleno de intereses cruzados. No gana el más agresivo. No gana el más ruidoso. Gana el que piensa mejor, lee mejor, se mueve mejor.
Aplicar principios de El arte de la guerra no te hace más duro, te hace más efectivo. No es pelear más. Es pelear menos y ganar más. No es manipular. Es entender y actuar con inteligencia.
Así que no te quedes solo leyendo estas ideas como si fueran frases bonitas. Elige una. Solo una. Y ponla en práctica mañana mismo.
Habla con alguien antes de tu próxima reunión importante. Prepara tu terreno antes de lanzar tu propuesta. Detecta si estás entrando a una pelea que ni vale la pena. Adáptate más rápido. Mantén la disciplina.
No necesitas transformar tu forma de trabajar en un día. Solo necesitas empezar a jugar un poco mejor. Porque al final, en el trabajo como en la vida, no gana el que más pelea. Gana el que mejor entiende el juego.
¡Gracias por leer! Puedes seguirme en LinkedIn, donde semanalmente comparto contenido sobre Product Management y liderazgo.
Que tengas un buen día 🙏
Rómulo
P.D. Si te gustó esta newsletter, dale "me gusta", compártela y, si aún no lo has hecho, considera suscribirte.